viernes, 11 de marzo de 2016

Nombre del denunciante, Sebastián.

NOMBRE DEL DENUNCIANTE: Sebastián Marzio Gómez.
Me quedo mirando el impreso, incapaz de volver a presionar el bolígrafo contra la hoja. Noto la mano de Dani en mi hombro, apoyándome. Quiere que sepa que él está ahí, siempre lo ha estado y seguramente de no haber sido por él no me habría atrevido a dar este paso. Pero aún así, de alguna forma, es difícil.
Ella era preciosa, bajita y morena, mandona y de carácter que yo habría denominado "fuerte y cariñoso" y mis amigos "manipulador y posesivo". Pero claro, ella era increíble, y adorablemente mandona.
Hace poco más de un año comenzamos a salir.
Me encantaba estar con ella en el parque, tumbados sobre el césped, mirando el cielo. La mejor parte era la de hacerla cosquillas, picarla. Ella ponía morritos y luego soltaba una carcajada.
Luego en venganza ella me cogía el móvil, pero se frustraba al intentar desbloquearlo. Yo reía y cogía el suyo, haciéndola rabiar de nuevo.
Los morritos se repetían hasta que, poco a poco, esto fue cambiando. Ella se enfadaba de verdad, me gritaba. A veces hasta se cabreaba porque decía que si no le dejaba coger mi móvil era por algo. No le di importancia, cuando pasa el tiempo las parejas que están juntas también cambian.
Al parecer mi grupo también lo notó, tuvimos una "época fría", la cual acabó con la pelea más fuerte que podría tener nunca. O eso pensaba.
Estábamos en su casa, discutiendo de forma absurda si yo la había puesto los cuernos sólo porque había visto en mi móvil un mensaje de María que ponía "te quiero, salmón". La intensidad de la discusión fue subiendo poco a poco. De pronto, estábamos ambos gritando, ella tiró una lámpara de la mesilla al suelo, con furia. Intenté agarrarle el brazo, pero no llegué a tocarla... Al parecer su puño era más rápido. Me golpeó unas cuantas veces, la primera en la cara y el resto a duras penas, me tapé como pude con los antebrazos.
Pasaron unos días antes de volver a hablarnos, pero luego todo fue igual, como siempre. Como al principio.
"-Te quiero, Sebas. -Me dijo mirándome con sus enormes ojos marrones.
-Yo también, Diana. -Le respondí."
Y de nuevo una perfecta temporada juntos, como al principio sino mejor. O eso creía yo. Después de las peleas, al reconciliarse la pareja es más fuerte, se consolida. ¿No? ¿NO? Sí, desde luego, de toda la vida es lo que sucede.
Bufo, mirando la hoja de denuncia, de vuelta por unos segundos en el presente. ¿Esto es de verdad, he sido tan ingenuo?
Es igual que aquella vez, en la que ya llevábamos meses juntos, yo estaba agobiado por los exámenes, ya que iba suspendiendo la mayoría de las asignaturas. Magisterio no es lo más fácil del mundo pero sabía que podía sacar el curso, lo que me fastidiaba era no saber qué me pasaba, por qué sentía mi ánimo por los suelos ni por qué me bloqueaba al contestar en los exámenes.
Diana me llamó, diciendo que pasaba de ella, ya que no tenía tiempo para quedar.
"Dájalo, Sebastián. Sabes que no puedes con ello, sabes que lo vas a suspender igual, pues deja los apuntes y vente un rato a dar una vuelta. No vas a poder estudiar tanto, venga anda ven..."
Diana tiene razón. No valgo para esto, no sirve para nada lo que hago. O eso creí, así que lo dejé y me fui con ella al parque.
Tuvimos una pequeña discusión, pero fue breve. Había ido al final, la quería. Todo estaba bien.
Cojo con fuerza el bolígrafo, incapaz de dejar de dejar de recordar. Dani me dice algo, pero no consigo prestarle atención.
Tres días.
Hace tres días todo volvió a desmoronarse entre nosotos. Y esta vez, supe que era de verdad. Y esta vez, gracias a Dani y su capacidad para hacerme reflexionar supe que se había acabado para siempre.
Juan me había mandado un whats app, quería que le acompañara unos minutos a la farmacia, estaba malo y no podía a penas andar solo.
"-¿Dónde vas, si a penas has estado un cuarto de hora? -Me preguntó.
-A ayudar a Juan con las medicinas, ahora subo cielo. -Fui a salir, pero ella me agarró del brazo.
-¿Ya? ¿Tan pronto? Pf -Bufó. -Y luego encima me negarás que no haces más caso a tus amigotes que a mí. Pues no, Sebas, no va a ser todo tú, tú, tú y tú.
Cerró la puerta con llave, lo que me descolocó..."
Sacudo la cabeza. Me niego a recordar el resto. Reprimo un escalofrío que me recorre la espina dorsal.
Cuando pude salir de allí se lo conté todo a Dani, el cual me hospedó en su casa un par de días... Hasta que me llegaron ciertos mensajes al móvil, respecto a los cuales no supe bien cómo reaccionar.
Y bueno, aquí estoy supongo, aún digiriendo lo sucedido.
-Sebas. -Dani me sacude por el hombro.
Lo miro, saliendo por milésima vez del extraño letargo en el que me siento sumido.
-¿Esto no era un relato sobre el maltrato a la mujer? -Dice.  -Sebastián.
La miro. ¿Sebastián? ¿Qué dice? Noto cómo mi corazón se acelera rápidamente. ¿Es que Sebas me ha seguido hasta la comisaría?
Sacudo mi larga melena cobriza, saliendo de mi ensimismamiento. De repente me doy cuenta del error.
Borro lo escrito y comienzo de nuevo.
NOMBRE DEL DENUNCIANTE: Diana López Rodríguez.

domingo, 6 de marzo de 2016

Amnesia.

Me encuentro en un pequeño pueblo al sur de Kenya, dentro de una claustrofóbica camioneta blanca, tumbado en lo que debe de ser el maletero, con un dolor inmenso no sé dónde, éste lápiz y el papel.
No sé qué hago aquí, no sé quién soy, no sé qué es lo que me duele, más bien arde. ¿Qué ha pasado? Me cuesta escribir, los dedos no siempre me responden, parezco paralizado. 
Intento decir algo, pero no tengo saliva, mis labios no se mueven a penas, sólo se cortan aún más. No me había dado cuenta de la extrema sequedad del ambiente, ni del aplastante calor. La boca me sabe a polvo y arena, y a penas consigo toser para no ahogarme.
¿Espera, qué cojones hago en una camioneta, por qué sé que estoy en Kenya y por qué tengo papel y lápiz?
Me va a dar una embolia o algo. No entiendo nada, voy a empezar a ponerme histérico.
De repente, se oyen unas voces, hablan algo que no entiendo, y todo suena como si estuviera bajo el agua. Me hago el dormido, o el desmayado, pero no consigo evitar tensarme cuando la puerta del maletero se abre y un rayo de luz abrasador me golpea tras los párpados.
Alguien grita algo, y noto cómo me giran hasta ponerme boca arriba. Me quedo paralizado, y cuando alguien me coge de los hombros como para arrastrarme me desmayo, esta vez de verdad.


Despierto de nuevo, esta vez no tengo ni idea de dónde estoy.
No hay luz, no consigo ver nada, y sigo sintiéndome completamente paralizado... No, espera. Poco a poco muevo las manos, y los dedos de los pies. Aun así sigo sin notar las piernas.
Repto por el suelo, a penas consigo avanzar unos centímetros cuando un dolor horrible me sube desde el codo hasta el hombro, y luego por el cuello directo a la nuca.
Ahogo un jadeo de dolor mientras puntitos de luz brillan tras mis pupilas.
¿Qué me pasa?
-¿Dónde estoy? -Articulo con voz ahogada.
El sonido rebota, al parecer estoy encerrado en algo de menos de dos metros cuadrados. Genial.
-¿HOLA? 
"Hola... la.. la... a..."
Me pego a la primera pared contra la que choco, quedando recostado, y cuando intento incorporarme me golpeo fuertemente la cabeza.
-¡JODER! -Suelto, quedando mareado y sin aire.
Me tumbo como puedo, resignado, y pego la oreja a la pared, por si consigo escuchar algún sonido afuera.
Nada.
Nada. 
Nada.
Pum pum.
Nada.
Pum pum.
Nada.
Pum pum.
¿Mi corazón va a callarse alguna vez? Hace demasiado ruido.
Y de repente...
Nada.
Nada.