martes, 16 de agosto de 2016

Dentro (I)

"Es... Es como mirar al Sol directamente, sin gafas de sol ni nada. Seguro que alguna vez has alzado los ojos, mirando de pleno al astro, y te han empezado a llorar porque no puedes, hace daño a la vista. Pero aun así de vez en cuando no puedes evitar hacerlo.
A veces incluso ves un poco negro antes de volver a la normalidad y ver como antes.
Brillante, ardiente, fuerte. No puedes mirarlo sin sentir que te mareas, y a pesar de lo confundido que puedas llegar a sentirte, te pones peor cuando no está, cuando cierras los ojos, cuando apartas la mirada.
Es algo que te atrae, que irremediablemente te hace girar en su órbita y querer acercarte más y más... A pesar del daño que pueda hacer, a pesar de saber que jamás podrás alcanzarlo..."
-Thomas... ¿seguimos hablando del Sol? -Inquirió Liam.
-No, es posible que no. -Thomas sacudió la cabeza, mirando el suelo y se alejó unos cuantos pasos, cabizbajo.
Liam resopló, sin moverse. Cómo no, Sam. Se refería a Sam de nuevo.
-Hay estrellas que explotan y se convierten en basura espacial o en meteoritos asesinos que acaban en la cabeza de seres humanos del planeta Tierra, ¿sabes? -Dijo Liam con un deje de irritación en la voz.- Las estrellas pueden apagarse, igual que un microondas, un día hacen ¡PUM! y a la mierda. ¡Mira, justo como nos va a pasar a nosotros como no salgamos de aquí, nos vamos a la mierda! Y no es algo que me haga especial ilusión, ¿sabes?
-Lo... Lo sé, Liam... Dame un minuto... Sólo un minuto más, te lo aseguro -Rogó Thomas.- y después te ayudo a buscar una salida, te excavo un túnel en el techo si hace falta. Por favor... Necesito... Ella...
Liam se dio por vencido, poniendo los ojos en blanco.
-Un minuto. Y voy contigo.
Thomas asintió. Algo malo -muy malo- estaba pasando, tanto Fuera como Dentro, y tampoco tendrían mucho tiempo. Pronto las paredes se les  caerían encima, tenían que darse prisa... Al fin y al cabo, Liam tenía razón, morir por un amor con el que nunca has cruzado palabra es algo estúpido... Y pudiendo salir al Exterior, conocer lo que había Fuera... ¿Quién querría morir Dentro?
Así pues, Liam recogió las escasas pertenencias de ambos, las metió en una raída mochila de tela y se colocó detrás de Thomas. Este empujó las rejas que horas antes habían sido las paredes de aquella jaula y estas cayeron con un estruendo de metal y piedra.


Thomas jamás había visto el Sol. Liam, a sus 18 años de vida tampoco. Hasta hace poco tiempo, pensaban que el Interior era semejante a lo que había en el Exterior... Pero "adaptado para jóvenes con problemas".
Nunca habían salido. Nadie que ellos conocieran lo había hecho. Tampoco conocían a mucha gente, a pesar de que a diario convivían con más de 200 personas, casi todas de su edad. Bueno, o eso habían hecho antes de que el Interior empezara a sacudirse y la gente empezara a morir o a correr de forma caótica en mil direcciones.
Cuando Liam cumplió los 17 y Thomas 16, algo empezó a cambiar. Ninguno sabría decir si cambiaron ellos o su entorno, o si hubo algo que les hizo comenzar a cuestionarse las cosas, algo que les hizo sospechar, cambiar su mentalidad.
El Interior nunca había sido para ellos un mal lugar, de hecho era lo único que tenían por hogar, el sitio donde habían crecido, donde habían vivido desde muy pequeños, y hasta se atrevían a pensar que ya habían nacido allí. O puede que no, realmente ninguno lo sabía y no había nada que pudiera asegurárselo.
-Oye Thomas -Mientras avanzaban por los túneles, sorteando gente (o cadáveres) del suelo, Liam decidió romper el silencio. -¿Cómo sabes que el sol es así? Me refiero, aquí tenemos cielo, tenemos estrellas y demás... Tenemos lluvias de meteoritos, rayos, bastantes muertos por cosas así al año ya me entiendes... Pero el Sol... Está tapado, todos lo hemos visto, y sabes que es peligroso para nosotros... Por eso los de arriba están peor.
Thomas tardó unos minutos antes de contestar. Salieron del túnel a una explanada abierta, de cielo plano y sin nubes.
-Tengo... una foto. Jared me dio una foto.
Apretaron el paso, entrando de nuevo en serpenteantes cavidades, empujando gente para abrirse paso. Cada puerta, cada barrote, se encontraba en el suelo, caído.
Liam evocó el rostro de Jared en su cabeza. Su ex-profesor de astronomía era un afable viejecito de 73 años, de pelo cano y arrugas. El anciano siempre sonreía, de forma enigmática; sus ojos azules, casi transparentes con ese brillo tan especial, el brillo que no se había atenuado, a pesar de haberse separado de su familia allí en el Exterior para impartir clases Dentro.
Para Liam, era uno de los mejores, casi más amigo que profesor. Resultaba un tanto extraño al principio, puesto que era aficionado a acertijos y extrañas metáforas.
Jared había muerto dos días atrás. Efectivamente, basura espacial le había dado de lleno.
-¿¡Qué?! ¿Y por qué no me lo habías dicho antes?
-Yo... -Sonó otra explosión, no muy lejos de donde se encontraban, pero sí una más fuerte que las anteriores. -Corre.




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